Propongo que se incendien varios rascacielos madrileños, para que los bomberos hagan prácticas reales, y que el perrito scalibur sea adoptado en la guardería de los que ante el riesgo de una enfermedad con más de un 50% de mortalidad, lo que más les preocupa es eso.

Y propongo sobre todo que Dios reparta un poquito de sentido común en estas taifas.